Con esta impresión intentaré pintar una imagen del proceso urbanístico y edilicio en la concepción cultural de la sociedad paraguaya. Cincuenta años atrás, la población de Asunción no superaba los sesenta mil habitantes, y la calificación de la vida urbana capitalina podría ser la de una pacífica vida de lento recurrir, casi aldeana.

La década del setenta, caracterizada por la explosión “Itaipú” cambió este estilo, dinamizando todos los sectores de la vida económica y social de Asunción y del país.

En ese entonces el auge edilicio se dio por la imitación de modelos de construcción basados en la información comercial de la época. Y también con fuerza, se dio la consolidación de un estilo arquitectónico, en este caso basado en la racionalización y simplificación de formas, funciones y espacios coherentes con un nuevo enfoque del estilo de vida urbana.

Pasaron varios “ismos” y caemos hoy día en la maduración de esa concepción formal espacial, el Minimalismo en todas sus formas de expresión, más como consecuencia de una filosofía cultural que como una “obra” a construir.

En este corto recuerdo del tránsito de la cuestión, es importante ver cómo se inserta la conceptualmente la arquitectura en el desarrollo edilicio y urbanístico de la ciudad.

En un evidente crecimiento de una clase media consolidada en valores de calidad, aparece entonces la valoración del hecho arquitectónico como parte del interés ciudadano en la expresión de sus habitáculos de “habitación, circulación, trabajo y ocio”.

Indudablemente, es visible el interés de los habitantes en una mejora de su ambiente existencial. Agregando a ello la crisis de uso del suelo, que global y puntualmente afecta a los pobladores urbanos, conflictuando el tráfico, los espacios públicos y privados, donde la mera normativa municipal incapaz, además de obsoleta, se ve rebasada por la demanda de espacios y usos irregulares del suelo. El desarrollo, a veces lineal, a veces puntual, de concentraciones de edificación presenta alteraciones sin retroceso en el espacio urbano.

Así y todo, es importante destacar el aporte de los entes en la organización del espacio público, como avenidas, viaductos, revitalización de zonas de la ciudad y otros que hacen a la vida gregaria de la población y su dinámica.

En este contexto se inserta un activo actor de cambio, la Revista «AIA», que ya ha cumplido veinte años de gestión en la difusión de las actividades técnicas, profesionales y comerciales de este mundo interactivo donde Arquitectos, Ingenieros, Proveedores, Entes y ciudadanía toda trabajan hoy creando mejores espacios propios y públicos para caracterizar la ciudad.

Es una generación que la revista ha acompañado y crecido con ella, creando criterio y conciencia profesional con la realización de paneles, conferencias y seminarios con conferencistas nacionales y extranjeros de relevancia, dentro del ámbito académico y del ejercicio profesional interdisciplinario, trascendiendo a la sociedad para consolidar el valor cultural de la obra arquitectónica.

Vale considerar su aporte técnico en la difusión de nuevos materiales y técnicas constructivas, hoy necesarias para cumplir con la variedad de programas arquitectónicos en curso de ejecución, en un momento excepcional de la economía paraguaya y ante un nuevo paradigma del modelo de Pensar Paraguayo. En este trayecto, un homenaje a los apreciados colegas amigos que nos han dejado tarea por cumplir.

En pocas palabras, nuestro agradecimiento por acompañar este proceso en forma positiva, objetiva y amplia, para el buen relacionamiento de las disciplinas y actividades que forman este sector. Como en la mezcla que nos une, un poco de cemento, otra de cal y arena…, en la proporción justa para cada caso.

Arq. Curt Ernesto Tippach