La legitimidad según los políticos y la gente experta en derecho está enmarcada en las leyes y en el caso específico que nos ocupa, en la Constitución.

La legitimidad según la gente común y corriente, como este servidor, está enmarcada en los hechos que resultan como consecuencia de las acciones, sean estas buenas o malas.

Cuando años antes nos toco evaluar la caída del tradicional partido colorado y el cambio, luego de 60 años de gobierno por una “alianza patriótica para el cambio” nos vimos todos envueltos en una especie de “estación otoño primaveral”.

Hoy luego de casi 4 años de gobierno de esta “mal llamada” alianza sentimos que fuimos engañados y lo peor , no resulta el engaño, sino la peligrosa actitud de quienes se apoderaron del país bajo artilugios, zoquetes, y otras artimañas; avalados por cierto de la fuerte corriente regional “izquierdista, socialista, comunista y todas aquellas fabulas ideológicas que a nosotros ya nos la contaron en los años 60-70 y hoy, pretenden venderla como nueva solución a los diversos problemas que atraviesa el país y la región. Luego de “ir a la deriva” durante estos “tiempos de cambio” nos hemos visto de pronto envueltos en un proceso real de cambio; llamémosle en un giro de timón, en un cambio de rumbo. Y es ahí precisamente, donde surge el cuestionamiento al significado de la legitimidad.

Unos dicen que hubo quiebre de la democracia, golpe parlamentario, abuso en la práctica del derecho, etc, etc. Otros dicen que estuvieron perfectamente enmarcados en la constitución y las leyes que rigen la República del Paraguay; que siguieron todos los procedimientos, que se respetó el derecho a la defensa, etc, etc…

Para quienes vivimos en este país durante tantos años, lo único que humildemente nos corresponde opinar es que por fin tenemos un rumbo.

Sin miramientos de colores, observamos que existe una intención de unir, sin distinción de ideologías o condición económica.

Observamos que a través de la convocatoria de hombres probos y de reconocida “intelectualidad” se pretenden hacer del Paraguay un verdadero país de todos.

La riqueza no se logra con “corrupción” ni con gente que no cree en el trabajo. La justicia social no viene como consecuencia de “dadivas” del estado ni de quitar a través de “guerrilleros camuflados llamados “carperos” a los ricos para darle a los pobres que tampoco son pobres.

La intención de “administrar” el país con la participación de todos y bajo “políticas” de estado pragmáticas nos da el verdadero significado de “legitimidad”.

“La verdadera legitimidad descansa en el bienestar de cada uno de los 6 millones de paraguayos que viven en esta bendita tierra”. El resto es “cuento chino” o mejor dicho “cuento Chávez”.

El Director