Cuando a principios de este año 2015 se presentó la oportunidad de restaurar la “Casa San José”, lo tomé como un desafío y una oportunidad de devolverle a esta querida casa de mi familia, el brillo de otros tiempos. Esta sencilla, elegante y bella edificación constituye de alguna manera un pequeño tesoro en la historia e identidad familiar. Anécdotas se hilan a través de sus espacios y galerías, dándole un valor sentimental muy precioso.
Teniendo siempre presente, desde mi punto de vista, el pensamiento que cada propietario debería hacer su aporte individual a la sociedad con la restauración de las edificaciones antiguas de Asunción, para llegar a tener la ciudad que muchos soñamos. Teniendo la idea que, si cada uno empezara por tomar conciencia y revitalizar las propias construcciones, podemos cambiar el aspecto de nuestra capital. La responsabilidad no es sólo del estado, sino de la comunidad y de cada propietario particular de estas muestras de arquitectura de siglos pasados que siguen todavía en pie en nuestra ciudad, pero piden a gritos ser rescatadas y valoradas para lucir el esplendor de otros años. Vale la pena intentarlo y empezar el cambio de a poco, asumiendo sobre todo, repito, responsabilidades individuales. En el barrio donde está ubicada esta casa, veo con mucha alegría que se están haciendo trabajos de este tipo (como es el caso de varias edificaciones del siglo XIX, comienzos del XX y también las primeras casas del movimiento Moderno en Paraguay de los años 50) que han sido ya restauradas.
La casa está ubicada en las Mercedes, uno de los tradicionales y emblemáticos barrios de Asunción, considerado uno de los más bellos de la capital. Este barrio tan querido para los asuncenos, cuna de conocidos artistas e intelectuales, es uno de los que menos cambios tuvo a lo largo del tiempo, conservando sus características originales sin muchas transformaciones.
La vivienda se encuentra en la esquina de San José y Juan de Salazar, esta última llamada antiguamente Samuhú Peré, que increíblemente conserva aún su carácter de calle angosta y vecinal con frondosos árboles y jardines, pero con una tendencia a lo comercial con nuevas cafeterías y confiterías sin perder por esto su esencia.
Según aparece en el título de propiedad, esta vivienda fue construida a fines del siglo XIX, en el año 1898. Entrando en el ámbito arquitectónico luego de esta introducción histórica, es importante mencionar primeramente que la premisa tomada como punto de partida para revalorizar la casa fue respetar y preservar en lo posible los elementos originales, pero cambiar o quitar aquello agregado con el paso del tiempo en estos más de cien años, así como todo lo que no sumaba ningún valor adicional.
Un ejemplo de esto es el piso, que databa de refacciones posteriores. De esta manera se tomó la decisión de resaltar y diferenciar bien lo antiguo de lo nuevo, colocando ya pisos de porcelanato, así como artefactos de luz actuales también en los lugares donde ya no estaban los faroles antiguos.
Como antecedente de intervenciones anteriores, la casa tuvo una ampliación alrededor de la década de 1950, luego de la cual solamente hubo cambios menores en la edificación. La casa tiene la característica de las construcciones tradicionales de la época, sin monumentalismo, pero que representa la identidad de la arquitectura paraguaya de aquellos años, con sus tejas coloniales, galería rodeándola hacia ambos lados de las calles donde se encuentra y hacia el jardín, bellos pilares rematados con molduras entre balaustres para dar más intimidad a este tradicional espacio donde la familia acostumbraba sentarse a mirar a la gente pasar por la calle, ver a los niños jugar y saludar a los vecinos bajo la sombra de los árboles plantados en la vereda.
La galería es un elemento destacado en esta casa, ya que está levemente elevada, dándole un rasgo distintivo italianizante (muy utilizado a fines del siglo XIX y principios del XX) a modo de pequeño pódium que la sobre eleva de la vereda a la cual se abre en el frente y se integra a través de unos escalones de mármol que dan jerarquía al acceso. Completan este diseño de fachada los pilares adornados con capiteles moldurados y elegantes balaustres que separan la galería de la vereda.
Varios detalles además dan características tradicionales de las casas de la época: anchas paredes de más de 45 cm., techos de teja española con tejuelitas sobre gruesos tirantes de madera, plafones de luz de la época, aberturas originales de madera lustrada con persianas, herrajes de la época trabajados artesanalmente y antiguas rejas de hierro forjado. En el cielo raso puede verse todavía en algunos ambientes unos rosetones en cada esquina, enmarcado con molduras perimetralmente. Los baños están decorados con muebles y espejos antiguos que dan realce a esta hermosa casa.
Un cuadro, pintado cuando la casa era todavía bastante reciente, puede verse entre las imágenes de esta edición, donde se observa la fachada, muy parecida a lo que es actualmente. Aún hoy se conserva perfectamente este frente en todo su esplendor, con los escalones de mármol, los balaustres y su importante puerta de madera lustrada y adornada con anchas molduras que resaltan la entrada.
Aparte de su historia y la de sus dueños originales como hemos visto antes, su valor tipológico, estético y constructivo arquitectónico le dan a esta casa características que la hacen muy representativa de su época, siendo un testimonio importante de la historia urbana y arquitectónica de Asunción.
Ficha Técnica:
Año de construcción:
1898
Constructor original:
desconocido
Restauración:
Arq. Leticia Báez de Ibarra
Ubicación:
Asunción-Paraguay
Superficie construida:
270 m2
Área de lote:
300 m2
Fotografías:
Miguel Ángel Salomón