El arquitecto Carlos Antonio Jiménez Rolón (55 años) , nació en Asunción, y proviene de una familia de abogados, pero su interés por el diseño, la luz y el espacio lo llevaron a la carrera de arquitectura.
Sus recuerdos de infancia conociendo las casas de arquitectura moderna de los años 60 y la impresión que le causaban, despertaron intuitivamente su vocación.
Su formación en el colegio San José, sólida en términos humanistas, le llevó a integrar su academia literaria, donde desarrolló el gusto por la poesía y la literatura, como medio de expresión.
Durante sus estudios en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Asunción, se formó principalmente en el taller D, casi estigmatizado entonces por su carga teórica y conceptual y su visión social y urbana de la arquitectura. Recordó que esos años fueron estimulantes y llenos de satisfacción personal, pero también muy duros por su coincidencia con los últimos años de la dictadura, en aquel momento en que cualquier principio democrático era mal visto.
Mientras estudiaba, inicio sus prácticas profesionales con el Arq. Ramón Marini, a quien lo recuerda no solo por su oficio en el ejercicio profesional, sino por su profunda ética personal.
Al tiempo que surgió la posibilidad de encargarse de algunos trabajos de obra, formó una herrería junto con Gustavo Beckelmann, que habiendo estudiado también arquitectura ha sido uno de los más grandes escultores de nuestro tiempo.
En aquella atmósfera intelectual y artística afianzó su visión de la arquitectura, y profundizó su entendimiento sobre técnica, escultura y el arte.
Un paso racional y lógico
Dar el paso para formar su propia oficina resultó natural, dado los encargos que empezaron a sumarse. Los primeros fueron solicitados por sus amigos y familiares, y la transición de construir obras de no más de 300 metros cuadrados a obras de mediana y gran envergadura se fue dando paulatinamente, a fuerza de concursos ganados y de oportunidades gestionadas, a principios del presente siglo. En este tránsito ha compartido equipos de diseño con el arquitecto Pedro Florentín Demestri, y en algunos casos con la arquitecta y artista plástica Adriana González Brun, entre otros.
Desde su primera obra, asumió que el diseño es la consecuencia de la circunstancias y que desde lo ordinario y concreto puede construirse espacios que inspiren.
“La arquitectura está más allá del ladrillo. Debe inspirar y crear relaciones.
En la primera obra, el hecho de pasar del papel a la realidad produce una emoción inolvidable. El instante mágico en que la obra bruta toma sus proporciones definitivas, es un momento trascendental, y ese instante se constituye en un momento de emoción que ritualmente se sigue repitiendo en cada nuevo encargo.”
Aún Siendo profesor titular de proyectos en la UNA, menciona que no existe recetas en la carrera, pero que es bueno escuchar todos los consejos, ponerlos en duda y leer sobre arquitectura, literatura, ficción e informarse y entender sobre técnicas, como instrumentos indispensables para el ejercicio de una profesión que en realidad es humanista.
El valor de la expresión más que el éxito
Estamos insertos en una sociedad que busca el éxito y sin definir quien es exitoso o no , considera que la misión del arquitecto es expresarse , construir espacios y, tratar de contribuir a la sociedad, para estar satisfecho. Expresó que el éxito es una vara impuesta por un determinado estamento de la sociedad para reconocer o no el trabajo de alguien que sintonice con sus intereses. El verdadero valor está en que la expresión de uno haya contribuido a muchos. Esta sensación íntima, es más importante que los reconocimientos.
La vida familiar
Su vida personal fue transcurriendo de manera paralela al ejercicio de su profesión mientras con su esposa vieron crecer a sus dos hijos. Llamativamente, ninguno de ellos eligió la profesión de arquitecto. “ …tal vez porque insistimos en educarlos para la libertad de elección, y evitamos que crezcan a nuestra imagen y semejanza”, nos dice.
Además del trabajo dedica su tiempo libre a su familia y amigos, habiendo siempre disfrutado de igual manera de jugar al fútbol, de la fotografía, de los libros, o de seguir a los partidos de la Albirroja, o del Club Libertad del que es socio vitalicio.
Un cambio constante
Con el mismo espíritu y las mismas ambiciones que en sus comienzos, pero con la experiencia acumulada de haber liderado proyectos de gran envergadura y de diferentes complejidades, celebra tener la oportunidad de desarrollar arquitectura de gran escala, “ porque es allí, en el manejo de las complejidades técnicas, de la fuerte incidencia de la obra en el espacio urbano, y en la responsabilidad de determinar el manejo y el destino de grandes recursos, donde más se necesita un arquitecto. Y es allí donde nos desenvolvemos con la misma naturalidad que con la siempre motivante arquitectura en singular”.
Para asumir tales desafíos, dirige ESTarquitectura SRL, junto con su socio el Arq Diego Molina (39) .
La motivación de todos los días es seguir haciendo y redescubriendo, enfrentar cada desafío como una nueva oportunidad de descubrimiento y aprendizaje, y encontrar desde lo ordinario, un nuevo enfoque, sin repetir acríticamente lo que ya se ha hecho.
“Es necesario entender que cada nuevo proyecto será realidad recién en uno o varios años, por lo que las estrategias con las que se aborda no pueden ser las mismas que dieron resultado en el presente o en el pasado. Hacer arquitectura es mirar el futuro. Una obra que se inaugura, aunque recién allí tome estado público y notoriedad, representa el pasado. Lo que hace unos años pensamos había que hacer”
“Las circunstancias son cambiantes, y la ciudad y la sociedad cambian todos los días. La actual situación de pandemia de nuevo modifica las estrategias urbanas y de diseño, cambia paradigmas, y los arquitectos debemos estar preparados para leer las circunstancias a fin de proponer y construir los espacios que contribuyan a la nueva forma de organizarnos, vivir y convivir.”
Cuando mejor y más profundamente se estudie y conozca las circunstancias de cada proyecto, el resultado será más apropiado. ¨Aún cuando las especializaciones, los algoritmos informáticos, y las tecnologías avancen, siempre será necesario que alguien, con una visión holística y humanista, sepa leer los datos en cada tiempo y en cada sitio para elegir un camino u otro, y para ello, habrá que llamar a un arquitecto.¨
En cuanto a su método de trabajo nos dice:“Aunque bocetamos mucho desde el principio, y trabajamos con maquetas volumétricas, cuidamos no precisar demasiado los dibujos hasta encontrar el concepto que represente nuestras convicciones para cada encargo. Solo entonces dejamos que el proyecto desarrolle su propia lógica, hasta sus mínimos detalles. El dibujo atrapa las ideas, y esto es bueno y malo a la vez. Es importante no enamorarse del dibujo, manteniendo su valor meramente instrumental, y concentrarse en el concepto. La arquitectura solo existe construida, y a escala 1.1. Lo demás es mero proceso instrumental y ejercicio de simulación.”